- Ya existen fresas con genes de peces, maíz con genes de bacterias, seres que genéticamente recordarían un “frankenstein”. Los humanos estamos modificando el curso de la vida y creando seres vivos que nunca hubieran existido de manera natural y que nunca antes habían estado en nuestro planeta.
- Si los transgénicos se liberan al ambiente pueden contaminar genéticamente la naturaleza de nuestro planeta, esto es un peligro altísimo de seguridad ambiental del mundo. Igualmente el consumo de transgénicos en alimentos u otros productos representan un riesgo, ya que no se sabe qué pueden producir a nuestra salud.
- Las organizaciones ambientales luchan por usar el PRINCIPIO PRECAUTORIO y no tratar de arreglar los problemas cuando profundos daños ya fueron ocasionados al ambiente y la salud (como el uso del DDT y la energía nuclear, por mencionar algunos).
- Hay una gran mentira de quienes promueven los transgénicos. Dicen las empresas que los producen y comercializan, que son el hallazgo tecnológico que acabará con el hambre y la pobreza mundial, y nos permitirán ser y vivir en un mundo mejor. Una promesa con fines comerciales similares impulsó y abusó de los fertilizantes y plaguicidas químicos que a la fecha se encuentran contaminando todos o casi todos los organismos vivos, la tierra, el agua y el aire, generando daños incuantificables en los ecosistemas y los seres humanos. Y no resolvieron el hambre, como tampoco lo harán los transgénicos.
- Las industrias químicas tienen alimentos genéticamente alterados para las siguientes características específicas: para aumentar ganancias al aumentar artificialmente la durabilidad del producto en la estanterías de las tiendas; para aumentar ganancias al aumentar la compatibilidad de las plantas con las pesticidas y herbicidas de la misma industria química; y para aumentar ganancias al crear semillas que cuestan más pero ahorran el dinero de los productores porque los vegetales o las plantas crean sus propias pesticidas internamente.
- Los ministros de Agricultura de la Unión Europea (UE) acordaron la primera semana de diciembre reglas más estrictas para la identificación de alimentos modificados genéticamente. Los alimentos deberán poseer una etiqueta que los identifique como alimentos transgénicos si contienen al menos un 0,9% de organismos modificados genéticamente. La medida busca que los consumidores puedan distinguir claramente entre los productos no alterados y los fabricados con organismos modificados genéticamente.
El peligro de cultivar organismos transgénicos radica en que la mayoría de las plantas se reproducen intercambiando polen entre miembros de su misma especie y con algunos parientes silvestres. Esta forma de reproducción es la que puede provocar la contaminación genética, ya que al implantar organismos transgénicos en el medio ambiente, se libera al mismo tiempo el polen transgénico y no se sabe qué le puede suceder a los insectos polinizadores o a las abejas cuando consuman miel de una planta que produce su propio insecticida.
- En materia de salud humana no se sabe qué consecuencias pueden traer a mediano y largo plazo el consumo de productos transgénicos. Sin embargo, se sabe que ciertos cultivos transgénicos, a los cuales les insertaron genes de resistencia a antibióticos, pueden generar bacterias que causan enfermedades o resistencia a los antibióticos en humanos y animales. Esto quiere decir que quienes consuman cultivos transgénicos con resistencia a los antibióticos, podrían tener dificultad para combatir infecciones.
- En los últimos tres años, las áreas plantadas en todo el mundo con cultivos transgénicos pasaron de 2,8 millones de hectáreas a casi treinta millones, y después de Estados Unidos, que tiene el 74 por ciento de esas cosechas, Argentina tiene el 15 por ciento y Canadá el 10 por ciento. Las ventas totales de cosechas transgénicas crecieron de 235 millones de dólares en 1996 a 1.500 millones en 1998. Se calcula que para el año 2000 será un negocio de más de 3.000 millones de dólares.
- En algunos países en que existe normativa sobre los transgénicos, sólo es obligatorio el etiquetado específico, indicando que puede contener organismos modificados genéticamente (OMGs), cuando pueda ser detectado en el alimento el ADN modificado por la manipulación genética o las proteínas procedentes de este ADN modificado, quedando excluidos de la obligatoriedad en el etiquetaje todos aquellos alimentos donde no pueda encontrarse el ADN y/o las proteínas extrañas, aunque utilicen en su composición componentes provenientes de OMGs como lecitinas, y aceites y grasas vegetales.
- De hecho, quedan expresamente excluidos del etiquetado obligatorio los componentes de alimentos, aunque estos procedan de OMGs, que sean clasificados en la industria alimentaria como aditivos de alimentos, saborizantes de alimentos y disolventes utilizados en la industria del procesado de alimentos. En la práctica, esta normativa deja fuera de la obligatoriedad del etiquetado aproximadamente al 90% de los alimentos comerciales que contienen OMGs o componentes de OMGs.
- Las organizaciones ambientales luchan por usar el PRINCIPIO PRECAUTORIO y no tratar de arreglar los problemas cuando profundos daños ya fueron ocasionados al ambiente y la salud (como el uso del DDT y la energía nuclear, por mencionar algunos).
- Hay una gran mentira de quienes promueven los transgénicos. Dicen las empresas que los producen y comercializan, que son el hallazgo tecnológico que acabará con el hambre y la pobreza mundial, y nos permitirán ser y vivir en un mundo mejor. Una promesa con fines comerciales similares impulsó y abusó de los fertilizantes y plaguicidas químicos que a la fecha se encuentran contaminando todos o casi todos los organismos vivos, la tierra, el agua y el aire, generando daños incuantificables en los ecosistemas y los seres humanos. Y no resolvieron el hambre, como tampoco lo harán los transgénicos.
- Las industrias químicas tienen alimentos genéticamente alterados para las siguientes características específicas: para aumentar ganancias al aumentar artificialmente la durabilidad del producto en la estanterías de las tiendas; para aumentar ganancias al aumentar la compatibilidad de las plantas con las pesticidas y herbicidas de la misma industria química; y para aumentar ganancias al crear semillas que cuestan más pero ahorran el dinero de los productores porque los vegetales o las plantas crean sus propias pesticidas internamente.
- Los ministros de Agricultura de la Unión Europea (UE) acordaron la primera semana de diciembre reglas más estrictas para la identificación de alimentos modificados genéticamente. Los alimentos deberán poseer una etiqueta que los identifique como alimentos transgénicos si contienen al menos un 0,9% de organismos modificados genéticamente. La medida busca que los consumidores puedan distinguir claramente entre los productos no alterados y los fabricados con organismos modificados genéticamente.
El peligro de cultivar organismos transgénicos radica en que la mayoría de las plantas se reproducen intercambiando polen entre miembros de su misma especie y con algunos parientes silvestres. Esta forma de reproducción es la que puede provocar la contaminación genética, ya que al implantar organismos transgénicos en el medio ambiente, se libera al mismo tiempo el polen transgénico y no se sabe qué le puede suceder a los insectos polinizadores o a las abejas cuando consuman miel de una planta que produce su propio insecticida.
- En materia de salud humana no se sabe qué consecuencias pueden traer a mediano y largo plazo el consumo de productos transgénicos. Sin embargo, se sabe que ciertos cultivos transgénicos, a los cuales les insertaron genes de resistencia a antibióticos, pueden generar bacterias que causan enfermedades o resistencia a los antibióticos en humanos y animales. Esto quiere decir que quienes consuman cultivos transgénicos con resistencia a los antibióticos, podrían tener dificultad para combatir infecciones.
- En los últimos tres años, las áreas plantadas en todo el mundo con cultivos transgénicos pasaron de 2,8 millones de hectáreas a casi treinta millones, y después de Estados Unidos, que tiene el 74 por ciento de esas cosechas, Argentina tiene el 15 por ciento y Canadá el 10 por ciento. Las ventas totales de cosechas transgénicas crecieron de 235 millones de dólares en 1996 a 1.500 millones en 1998. Se calcula que para el año 2000 será un negocio de más de 3.000 millones de dólares.
- En algunos países en que existe normativa sobre los transgénicos, sólo es obligatorio el etiquetado específico, indicando que puede contener organismos modificados genéticamente (OMGs), cuando pueda ser detectado en el alimento el ADN modificado por la manipulación genética o las proteínas procedentes de este ADN modificado, quedando excluidos de la obligatoriedad en el etiquetaje todos aquellos alimentos donde no pueda encontrarse el ADN y/o las proteínas extrañas, aunque utilicen en su composición componentes provenientes de OMGs como lecitinas, y aceites y grasas vegetales.
- De hecho, quedan expresamente excluidos del etiquetado obligatorio los componentes de alimentos, aunque estos procedan de OMGs, que sean clasificados en la industria alimentaria como aditivos de alimentos, saborizantes de alimentos y disolventes utilizados en la industria del procesado de alimentos. En la práctica, esta normativa deja fuera de la obligatoriedad del etiquetado aproximadamente al 90% de los alimentos comerciales que contienen OMGs o componentes de OMGs.
No quiero que con esto entremos en paranoia pero si que tengamos conciencia de que estamos llevando a nuestro organismo, y lo que es peor al de nuestros niños.
Busquemos la manera mas saludable de alimentarnos!
Por ejemplo hacer quinta o comprar en lugares donde conozcamos la procedencia de los insumos.
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